Espiritualidad ignaciana

A Mayor Gloria de Dios (AMDG), Iglesia Jesuita de Innsbruck.

La espiritualidad ignaciana es una percepción y concepción cristiana de la persona –cuerpo y alma– en su relación con Dios y con el mundo circundante inspirada en la vida y la experiencia mística de San Ignacio de Loyola. La espiritualidad ignaciana, fuertemente cristocentrista, no concibe una relación con Dios sin incluir un compromiso de servicio a la comunidad humana, particularmente dentro de la Iglesia católica. En la acción al servicio del mundo se percibe la presencia misma de Dios: Simul in actione contemplativus.[1]

A veces denominado "misticismo de servicio", no debe identificarse con una "espiritualidad jesuita" más propia de la Compañía de Jesús.

  1. La expresión procede de los escritos de Jerónimo Nadal (1507-1580) en su obra In Examen Annotationes (1557), Cf. MNad V [81] 162, donde “recuerda, entre los elementos propios de la vida religiosa, el de la oración (...) y trata de los Ejercicios ignacianos con que la Compañía ejercita y forma a los suyos. Esto le da ocasión de tratar de la oración de San Ignacio, de su contemplación trinitaria y de su vida contemplativa en la acción”.

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